Rhode Island, la tierra prometida para los libertarios en busca de la longevidad

Zuzalu, una ciudad emergente de Montenegro, ha proporcionado un hogar temporal a personas que planean crear una nueva jurisdicción para fomentar el ‘biohacking’ y acelerar el desarrollo de fármacos que ralenticen o reviertan el envejecimiento

Era una mañana de viernes a principios de mayo, y me desperté con el sonido de las olas rompiendo contra las rocas en una pequeña bahía de la costa del mar Adriático.

El cielo estaba completamente gris y se oían truenos continuos. Hacía mal tiempo desde que llegué a Montenegro. La tormenta era tan grande que el piloto tuvo que aterrizar el avión en el que viajaba, y acabamos en la vecina Croacia.

Estaba en Zuzalu para asistir a una reunión de entusiastas de la longevidad, personas interesadas en prolongar la vida humana mediante diversos enfoques biotecnológicos. Un asistente, con el que acabé compartiendo un trayecto transfronterizo en taxi, me contó que la mitad de su equipaje eran “suplementos y polvos”. La mayoría de los asistentes parecían llevar pegatinas con la palabra “longevidad”. Todo el mundo era muy amable, y la sensación de optimismo era palpable. Todas las personas con las que hablé confían en que seremos capaces de encontrar una forma de ralentizar o revertir el envejecimiento. Y tienen un inteligente plan para acelerar el progreso.

Bienvenidos a Zuzalu

El ser humano lleva miles de años buscando la fuente de la juventud. Pero los avances han sido, cuanto menos, lentos. Aunque muchas empresas están trabajando en formas de ralentizar o revertir el envejecimiento, es tan difícil como caro realizar un estudio para averiguar si un tratamiento ha ayudado a la gente a vivir más tiempo. Además, organismos sanitarios como la Organización Mundial de la Salud (OMS) ni siquiera consideran que el envejecimiento sea una enfermedad.

Ahora, una comunidad de personas está trabajando en una configuración alternativa, que quizás incluya incluso la creación de un estado independiente. El envejecimiento es “moralmente malo”, afirman, y es un problema que hay que resolver. Consideran que las normativas existentes obstaculizan el progreso y abogan por un planteamiento diferente. Menos burocracia permite más innovación. Hay que animar a la gente a que experimente por sí misma, con tratamientos no probados, si así lo desea. Y las empresas no deberían ser frenadas por leyes nacionales que limitan el modo en que desarrollan y prueban los medicamentos.

Alrededor de 780 personas que comparten este pensamiento se reunieron en esta ciudad emergente de Montenegro para estudiar cómo crear un estado así. Es decir, un lugar donde personas innovadoras con ideas afines puedan trabajar juntas en una jurisdicción nueva que dé vía libre para autoexperimentar con fármacos no probados. Algunos asistentes son meros visitantes de paso. Aunque los más entregados llevan casi dos meses viviendo aquí.

Bienvenidos y bienvenidas a Zuzalu.

Supe de Zuzalu a través de un contacto que invierte en tecnologías de longevidad. El encuentro, que se celebró en un complejo de lujo de Tivat (Montenegro), duró hasta finales de mayo. Cada semana se abordó un tema diferente, desde la biología sintética a la inteligencia artificial, aunque el tema central es la longevidad, las criptomonedas y la idea de crear nuevas jurisdicciones

Zuzalu no solo es una conferencia”, explicó Laurence Ion, uno de los principales organizadores, a los asistentes. “Es un experimento de convivencia y exploración de cómo sería la presencia física de una tribu online”. El concepto surgió de la mente de Vitalik Buterin, el creador de la criptomoneda Ethereum, aunque los organizadores subrayan que fue un esfuerzo colaborativo.

La palabra Zuzalu no significa nada, asegura la coorganizadora Janine Leger, que trabaja en Gitcoin, una plataforma de blockchain. El nombre se generó con ChatGPT, utilizando múltiples prompts. El logotipo del evento también fue generado por IA. Buterin “pasó horas trabajando en él”, afirma Leger.

Tomando una taza de té, Leger y Ion me contaron que querían la menor jerarquía posible. Los miembros del equipo central del evento recibieron 10 invitaciones cada uno, y los invitados también recibieron otras tantas invitaciones. Leger e Ion no me dijeron quién estaba en la lista de invitados, pero otros asistentes me susurraron nombres de famosos, políticos y multimillonarios que se rumoreaba habían pasado por allí.

Un hogar temporal

El complejo en sí parece más bien un pequeño pueblo en una parte de la escarpada y montañosa costa. Hay un lujoso hotel, también cientos de apartamentos de lujo, donde muchos de los residentes de Zuzalu se instalaron temporalmente. Durante dos meses, los organizadores planearon varias conferencias temáticas. Además, se animó a los residentes a organizar sus propios actos.

Tampoco faltaron las actividades sociales, como una zambullida diaria en el gélido mar Adriático y desayunos comunitarios. Otros eventos incluyen un “bautismo social de RV + fiesta de sables”, una noche de “verdad o atrevimiento” y sesiones de meditación. Me decepcionó saber que me había perdido la Pony Art Garden Party.

Llegué justo a tiempo para el lanzamiento de la conferencia de biotecnología de la longevidad de Zuzalu, un evento de tres días que reunió a personalidades de universidades, startups y clínicas de longevidad de todo el mundo. Nos hablaron de startups que trabajan para mantener a las personas sanas durante más tiempo y, en última instancia, prolongar nuestra esperanza de vida.

Sin embargo, uno de los principales objetivos de los asistentes es desarrollar lo que denominan un estado interconectado (network state, en inglés). “Se trata de una comunidad online altamente alineada y con capacidad de acción colectiva”, explicó Max Unfried, estudiante de doctorado de la Universidad Nacional de Singapur (NUS, por sus siglas en inglés), que espera encontrar una cura para el envejecimiento. “Además, financia el territorio en todo el mundo y aspira a obtener el reconocimiento diplomático como estado”.

Este particular estado interconectado se dedicaría a la longevidad y a acelerar el desarrollo de tecnologías que pudieran añadir más años de salud a nuestras vidas. “La vida es buena y la muerte es moralmente mala”, sentenció Nathan Cheng, quien dirige la Longevity Biotech Fellowship, una comunidad online para personas que trabajan en este campo. “Tenemos el imperativo moral de hacer algo contra la muerte, contra el envejecimiento. Esta es la filosofía moral en la que creemos y la que guía la mayoría de las acciones de nuestras vidas. Intentamos que más gente se una en torno a ella”.

Un estado para la eternidad

Cheng defendió lo que él llama “estado de longevidad”. Es decir, “un estado que dé prioridad a hacer algo contra el envejecimiento”. El estado podría animar a las empresas de biotecnología a establecerse allí ofreciendo ventajas fiscales, apoyando el biohacking y flexibilizando la normativa sobre ensayos clínicos, explicaron los miembros del panel. La decisión sobre el grado de riesgo que se está dispuesto a aceptar debería corresponder a cada persona; [consideran que] los médicos no deberían tener la última palabra sobre si una persona puede acceder a un tratamiento experimental.

El plan sigue el modelo del Proyecto Estado Libre, un movimiento lanzado hace poco más de 20 años con el objetivo de animar a 20.000 libertarios a trasladarse a New Hampshire. La idea es que, una vez que un número considerable de personas con una ideología concreta se traslada a una región, sus votos pueden empezar a alterar las políticas regionales y las leyes estatales. Cabe señalar que el resultado del proyecto de New Hampshire no ha sido del todo halagüeño, y hubo informes de un aumento de los delitos violentos y ataques de osos en el centro del proyecto de esta ciudad.

Aún no hay planes firmes para un estado de la longevidad, y los organizadores de Zuzalu insisten en que quieren que cualquier decisión se tome en colaboración. El nuevo estado podría ubicarse en una zona económica especial, o incluso en alta mar. Y la idea resulta atractiva para las empresas biotecnológicas que trabajan en tratamientos contra el envejecimiento.

Muchas empresas intentan desarrollar fármacos contra el envejecimiento, ya sea rejuveneciendo las células o eliminando las ya envejecidas, por ejemplo. Para estas empresas, “el principal problema en este momento es que no existe una vía reglamentaria de comercialización”, afirma Josef Christensen, director de Desarrollo Empresarial de StemMedical, la empresa de células madre.

Parte del problema es que el envejecimiento en sí no está reconocido como una enfermedad que deba tratarse. Esto dificulta la aprobación de un ensayo para un tratamiento contra el envejecimiento, y hace improbable que un fármaco para la longevidad pueda ser aprobado médicamente con ese fin. Incluso si el envejecimiento fuera una enfermedad, sería difícil y costoso demostrar que un tratamiento puede ralentizarlo o invertirlo. Habría que hacer un seguimiento de los participantes durante décadas. La alternativa sería utilizar biomarcadores que indiquen la edad biológica de una persona, o utilizar “relojes de envejecimiento”. En teoría, en lugar de esperar a que alguien muera de viejo, podría tomarse una muestra de saliva o de sangre, y estimar el ritmo de envejecimiento de la persona a partir de ciertos marcadores de ADN. Pero aún no disponemos de biomarcadores o relojes de envejecimiento fiables.

Por eso, en el entorno normativo actual, un posible fármaco para la longevidad podría prolongar la vida de los ratones, pero aún faltan años para que pueda probarse en humanos. Y teniendo en cuenta lo que podrían tardar esos ensayos, quién sabe cuándo podría llegar a estar disponible para los consumidores, si es que llega a estarlo, fuera de los ensayos clínicos. “No se puede comercializar un fármaco antienvejecimiento”, afirma Christensen. “La hipótesis es que, si tenemos un estado de longevidad, podríamos crear esa vía”.

Conejillos de indias humanos

Una de las características clave de este estado propuesto es que permitiría, y fomentaría, la autoexperimentación y el biohacking. Eso significa permitir que la gente consiga fármacos experimentales que aún no han demostrado ser seguros o eficaces.

Christensen apoya la idea. “Soy suficientemente ultraliberal… ¿quién soy yo para impedir que pruebes un compuesto? Todos somos adultos, y si entiendes lo que haces y comprendes el riesgo, hazlo”.

Los reguladores son “demasiado restrictivos a la hora de validar la eficacia”, afirma Yuri Deigin, cofundador y director de Youth Bio, una empresa biotecnológica que intenta desarrollar terapias génicas rejuvenecedoras. “Estoy a favor de validar la seguridad de las nuevas terapias“, afirma, aunque cree que el listón está demasiado alto cuando se trata de demostrar la eficacia de un fármaco, y que eso está frenando el progreso. “En este campo, nos beneficiaríamos [al permitir] que la gente probara antes las nuevas terapias”, asegura Deigin.

A Oliver Colville, ponente de Zuzalu y trabajador en Apeiron, una organización que invierte en empresas de biotecnología y tecnología, le atrae la idea de un estado donde los habitantes que se autoexperimenten tengan su salud controlada. “Si tuviéramos un estado de longevidad donde una de las premisas fuera ofrecerse como conejillo de indias para ser monitorizado”, afirma Colville, “eso podría ayudar a entender muchas claves [sobre el envejecimiento saludable]”.

No obstante, aunque inversores, libertarios y algunas empresas de biotecnología apoyan la idea, no todo el mundo es partidario de eliminar las regulaciones. Pues es muy probable que hacerlo acabe obstaculizando los avances en este campo, según afirma Patricia Zettler, jurista de la Universidad Estatal de Ohio.

“Los requisitos [de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) de EE UU] obligan a las personas o empresas a realizar investigaciones científicas rigurosas para demostrar que las afirmaciones que hacen están respaldadas por pruebas científicas”, explica Zettler. Sin ellas, acabaríamos en un mundo donde las empresas pueden inventarse cualquier afirmación sobre sus productos, advierte. No sabríamos cuáles funcionarían, y la gente podría perder la confianza en el sector en general.

“¿Deberían las empresas distribuir productos sin pruebas de que funcionan para usos médicos? Mi respuesta es no“. En cualquier caso, los problemas a los que se enfrentan quienes desarrollan fármacos para la longevidad van mucho más allá de la regulación: “Se trata simplemente de problemas científicos y médicos difíciles.”

Christensen reconoce otros problemas potenciales con el levantamiento de las regulaciones. “Si se baja el listón [de las pruebas], la conclusión lógica es que habrá más efectos adversos… más muertes potenciales por estas cosas”, afirma. También señala que, aunque un fármaco se sometiera a algún tipo de ensayo acelerado en un estado de longevidad, podría no ser aceptado por otras jurisdicciones, incluidos los principales actores mundiales como Europa y el gobierno federal de EE UU.

¿Un hogar en Rhode Island?

El lugar exacto en el que podría desarrollarse un estado de la longevidad se está estudiando actualmente. Los promotores, sugiere Ion, podrían seguir el ejemplo de los fundadores de Próspera, una criptociudad establecida en una zona económica especial de Honduras, diseñada para ofrecer a las empresas un entorno de bajos impuestos con normativas “favorables a la innovación”. Los organizadores de Zuzalu han mantenido conversaciones con políticos de Montenegro, donde están explorando la posibilidad de crear un refugio similar a largo plazo para los devotos de la longevidad.

“Básicamente, lo que intentamos es que la gente emprenda una acción política proactiva, que podría incluir la reubicación en determinados estados y jurisdicciones de todo el mundo”, explica Cheng, que añade: “Para poder votar y transformar las políticas del estado en beneficio de toda la población de ese estado”.

También planteó la posibilidad de crear un estado de la longevidad en EE UU, ya que el país alberga a muchos partidarios de la longevidad y empresas de biotecnología que podrían no estar dispuestas a trasladarse internacionalmente. En concreto, tiene la vista puesta en Rhode Island. Está cerca de Boston, un centro biotecnológico bien establecido y tiene poca población. Si un número suficiente de personas que creen en su filosofía se trasladaran allí, podrían tener suficiente poder de voto para influir en las elecciones municipales y estatales. “Entre 5.000 y 10.000 personas es todo lo que necesitamos”, aseguró a los asistentes.

Sin embargo, la estructura del gobierno estadounidense podría complicar el plan. “Ningún estado puede eliminar la ley federal”, afirma Zettler. “No es como si Rhode Island pudiera eximir a los individuos de los requisitos de la FDA”. Esa es una de las razones por las que otros asistentes sugirieron que el nuevo estado se ubicara en algún lugar de América Latina, como Costa Rica. La semana siguiente a mi partida, el primer ministro de Montenegro tenía previsto llegar a Zuzalu. Algunos planeaban debatir allí la idea de un estado longevo, durante el Día de Montenegro.

Sea cual sea el resultado de Zuzalu, sin duda, ha sido un acontecimiento fascinante que ha reunido a un grupo diverso de personas para discutir sobre algunas ideas interesantes. Durante mi breve visita, escuché a gente proponer desde marcas de moda de longevidad hasta criogenia.

Deigin me contó que, para él, lo más destacado era “vivir entre gente que es tu tribu”. Otro asistente, que ya llevaba allí seis semanas cuando hablé con él, comparó Zuzalu con una religión. Además, esperan organizar otros encuentros similares en el futuro. Habrá que observar si se consigue un nuevo estado para los medicamentos que prolongan la vida.

Este artículo fue escrito por Jessica Hamzelou en  MIT Technology Review

Lee aquí el artículo original:

https://www.technologyreview.es/s/15418/rhode-island-la-tierra-prometida-para-los-libertarios-en-busca-de-la-longevidad